En las últimas semanas, las calles de Málaga se han vuelto a llenar de ciudadanos descontentos. En protesta por lo que consideran una invasión turística que ha convertido sus barrios en escaparates para turistas, miles de residentes salieron a las calles. Los manifestantes, con pancartas que rezaban «Málaga para vivir, no para sobrevivir», reclamaban el derecho a permanecer en su ciudad, una demanda tan fundamental como idealista.

El aumento del precio de los alquileres es ahora intolerable. Los precios han subido un 16,5 % en el último año, según datos de Idealista, lo que resulta aún más desalentador para quienes llevan años intentando conservar sus propiedades. Los apartamentos, antes utilizados como residencias, ahora se alquilan a visitantes por semanas o incluso días, generando ingresos mucho mayores que con los contratos de alquiler convencionales.
| Tema | Detalle |
|---|---|
| Problema principal | Saturación turística en las costas españolas y encarecimiento del alquiler |
| Ciudades más afectadas | Málaga, Barcelona, Palma, Valencia y Santa Cruz de Tenerife |
| Consecuencias sociales | Expulsión de residentes, gentrificación, pérdida de identidad local |
| Reacción ciudadana | Manifestaciones con el lema “Málaga para vivir, no para sobrevivir” |
| Medidas propuestas | Regulación de alquileres turísticos y control de licencias |
| Fuente de referencia |
Málaga no es el único lugar donde se produce este fenómeno. La tensión social es más evidente en Barcelona, la Costa Brava y las Islas Baleares. Los residentes de los barrios históricos de Palma están molestos porque las farmacias cierran para dar paso a heladerías y los supermercados se convierten en tiendas de souvenirs. Los letreros en inglés y los apartamentos gestionados desde Londres o Berlín están diluyendo el carácter de estas zonas.
En este contexto, el turismo se percibe como una amenaza silenciosa, además de una fuente de ingresos. España es, sin duda, líder en el sector turístico, con más de 90 millones de turistas que se espera visiten el país para 2025. Sin embargo, este éxito económico tiene un coste humano: barrios que pierden su esencia, jóvenes que se resisten a independizarse y familias que se mudan a la periferia.
El sentir de muchos se resume en las palabras de Bernardo, de 39 años: «Cada mes todo empeora». Parece que la normativa está pensada para los visitantes, no para los residentes. Su testimonio refleja el creciente descontento con las políticas urbanísticas que anteponen las necesidades de los turistas a las de los locales.
Según la normativa del Ayuntamiento de Málaga, los nuevos apartamentos turísticos solo se permiten en edificios con entradas independientes. El objetivo de la medida es evitar que complejos de apartamentos enteros se conviertan en hoteles clandestinos. Sin embargo, los residentes consideran que la iniciativa llega demasiado tarde y es insuficiente. El daño ya está hecho para la Unión de Vecinos de Málaga. Las cifras son alarmantes. Se lamenta que ahora haya más de 12.000 apartamentos turísticos, frente a menos de 900 en 2016.
El profesor de economía Juan González Alegre, de la Universidad de Málaga, sostiene que el problema trasciende la soberanía local. «Los gobiernos nacionales y regionales también deben regular el turismo y el modelo de planificación urbanística», afirma. Argumenta que, dado que las decisiones tomadas en una ciudad tienen un impacto inmediato en las localidades cercanas, resulta especialmente contraproducente dejar la gestión en manos de los gobiernos municipales.
Mientras tanto, el gobierno central empieza a tomar conciencia de la gravedad del problema. Pedro Sánchez ha insinuado posibles medidas gubernamentales para controlar el alojamiento turístico, lo que muchos consideran un paso necesario. El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha ido un paso más allá y ha anunciado su plan para prohibir los apartamentos turísticos a partir de 2029. Esta medida ha suscitado tanto críticas como apoyo.
El auge de plataformas como Airbnb está directamente relacionado con el descontento público. Creados originalmente para fomentar la hospitalidad, estos servicios se están convirtiendo en actores clave del sector inmobiliario. Especulación. Casi la mitad de las viviendas en zonas céntricas se alquilan a turistas, dejando a los residentes fuera del mercado. En España, este fenómeno ha alcanzado niveles peligrosamente altos, sobre todo en ciudades como Lisboa y Venecia.
Las repercusiones son numerosas. Económicamente, los alquileres típicos han aumentado drásticamente, afectando a profesionales esenciales que deben desplazarse largas distancias para trabajar, como profesores, enfermeros y camareros. Los barrios están perdiendo su sentido de comunidad. Rosa, vecina de La Trinidad, añade: «Antes conocías a todos tus vecinos; Ahora cambian cada tres días.
Sin embargo, algunos expertos nos aconsejan reconsiderar el turismo en lugar de demonizarlo. Afirman que la sostenibilidad es clave. Entre las estrategias que podrían lograr un equilibrio entre la calidad de vida local y los beneficios económicos se incluyen el impulso del turismo rural o cultural, la restricción de cruceros y la regulación del flujo turístico. Las iniciativas para promover un turismo más responsable en lugares como Menorca y San Sebastián están demostrando resultados muy beneficiosos en este sentido.
A pesar del revuelo mediático, muchos viajeros son conscientes del problema. Algunos admiten que la sobreabundancia de turistas ha cambiado la forma de viajar. Se ven alejados de la autenticidad que antes anhelaban debido a las calles congestionadas, los precios exorbitantes y una sensación de artificialidad. Dicen: «Quiero experimentar la vida real de un lugar».