La generación más joven ha decidido replantearse sus prioridades financieras. Ahora, ahorrar se centra en acumular experiencias en lugar de bienes materiales. Más del 60% de los jóvenes adultos entre 25 y 40 años afirma que prefiere ahorrar para viajar antes que para una hipoteca. Una realidad económica exigente y un creciente anhelo de independencia son las fuerzas impulsoras de esta cifra, que representa un cambio cultural significativo.

Muchos jóvenes buscan algo más inmediato y concreto: el valor de las experiencias vividas, en un mundo donde la estabilidad se percibe como un lujo. La inversión más emocional del siglo XXI son los viajes. Crean recuerdos mientras sus padres acumulan riqueza. Este cambio no es fruto de la frivolidad, sino de una constatación sorprendentemente pragmática: comprar una vivienda se ha convertido en una tarea casi imposible.
| Elemento | Detalle |
|---|---|
| Fuente principal | Zonaprop y Universidad Argentina de la Empresa |
| Grupo analizado | Jóvenes de 25 a 40 años (Generación Y) |
| Porcentaje que prefiere viajar antes que comprar vivienda | 68% |
| Jóvenes que consideran imposible adquirir una casa | 63% |
| Propietarios entre los encuestados | 10% |
| Motivos principales de ahorro | Viajes, experiencias, seguridad económica |
| Sueldos requeridos por m² en Buenos Aires | 5,5 sueldos por m² nuevo |
| Fuente oficial |
El informe Zonaprop es muy revelador. Solo el 10% de los jóvenes encuestados son propietarios de una vivienda, y la mayoría lo consiguió sin préstamos. Debido a su escasez y restricciones, las hipotecas son más un privilegio que una opción. En apoyo a estos datos, la Universidad Argentina de Negocios señala que comprar un solo metro cuadrado de vivienda en Buenos Aires requiere más de cinco sueldos completos. La conclusión es evidente: cada vez es más difícil ser propietario de una vivienda.
Este comportamiento, según la economista María Sabatini, es una reacción normal a un sistema económico que durante muchos años ha brindado más incertidumbre que garantías. Afirma que «la vivienda se ha convertido en una meta simbólica y ya no es realista para los jóvenes». Han decidido reinterpretar el significado del ahorro en lugar de frustrarse por esta imposibilidad. La experiencia, la libertad y la movilidad se han consolidado como los nuevos indicadores del desarrollo individual.
Esta forma de pensar es relevante en un entorno inestable que ha caracterizado a generaciones. Los millennials crecieron con relatos de crisis financieras, devaluaciones e hiperinflación. Su relación con el dinero se vio profundamente afectada por esos recuerdos familiares. En lugar de ahorrar para el futuro, quieren vivir el presente sin remordimientos. Su razonamiento es simple: si bien el futuro es impredecible, pueden controlar el presente.
A diferencia de las generaciones anteriores, el valor del dinero ahora se determina por las experiencias, no por las posesiones materiales. Un viaje puede significar no solo relajación, sino también educación e interacción intercultural. Los jóvenes ven el movimiento como un medio de desarrollo. El objetivo de viajar es ampliar horizontes, no evadirse. Muchos incluso han adoptado el estilo de vida del nómada digital, combinando viajes con trabajo remoto. La idea de hogar se ha transformado para siempre gracias a este potencial tecnológico.
Esta tendencia se ha acelerado con las redes sociales, que han convertido la experiencia en capital social. Publicar una foto en la Patagonia o Tokio se considera un símbolo de éxito contemporáneo. El reconocimiento ahora proviene de la historia que uno crea, no de la fortuna adquirida. Es un cambio simbólico que vincula libertad e identidad.
Pero tras esta aparente frivolidad, subyace una sólida base económica. El crecimiento salarial es muy modesto y el mercado inmobiliario está inflado para las generaciones más jóvenes. Encuestas recientes muestran que el 63% de las personas cree que su salario actual no les permitirá comprar una vivienda. Ante esta realidad, ahorrar para las vacaciones tiene sentido y no supone un sacrificio. Sin depender de un sistema financiero que rara vez las contempla, permite disfrutar del fruto del esfuerzo.
Se trata de un fenómeno mundial. Las cifras son notablemente similares en Argentina, México, Chile y España. La tendencia intergeneracional a priorizar las experiencias sobre las posesiones materiales se acentúa cada vez más. Este cambio beneficia directamente a los sectores turístico, gastronómico y cultural. El dinero que antes se destinaba a hipotecas ahora se utiliza para el bienestar emocional y la exploración.
A pesar de ello, esta generación no está desinteresada en el futuro. Su estrategia, en cambio, es más adaptable y flexible. Optan por inversiones a corto plazo con una rentabilidad inmediata y emocionalmente significativa, conscientes de que el entorno económico puede cambiar repentinamente. En un contexto donde la estabilidad parece esquiva, esta táctica les proporciona una sensación de control.
Según los expertos, este cambio está replanteando los fundamentos del consumo contemporáneo: más experiencias, menos viviendas; más movilidad, menos permanencia. Las grandes ciudades, otrora epicentros de aspiración, son ahora más bien puntos de partida que destinos finales. El hogar es ahora una cuestión de conciencia, más que un lugar geográfico.