Gracias a su deseo de mantenerse activas, contribuir a sus comunidades y, en muchos casos, complementar sus escasas pensiones, las mujeres mayores de 60 años están transformando sutilmente el panorama empresarial en España. Estas mujeres lideran proyectos con propósito y derriban estigmas con una convicción serena y firme, lejos del estereotipo de una jubilación pasiva.

Resulta especialmente alentador que muchas de ellas estén creando ahora empresas con impacto social tras haber sido relegadas hace veinte años a la sombra del cuidado familiar o la jubilación anticipada. Un ejemplo concreto es el mercado de las artesanías terapéuticas, donde mujeres como Teresa, de 72 años, han encontrado una forma de ganarse la vida a la vez que hallan un motivo para levantarse cada día con ilusión. Con una sonrisa sincera, afirma: «Poder emprender mi propio negocio me ha devuelto las ganas de vivir».
Datos Relevantes sobre el Emprendimiento Femenino Sénior en España
| Elemento | Detalles |
|---|---|
| Grupo demográfico destacado | Mujeres españolas mayores de 60 años |
| Actividad principal | Creación de microempresas, negocios sociales, educación y artesanía |
| Motivaciones clave | Autonomía económica, propósito social, legado personal |
| Datos del GEM (2021–2022) | Más de 650.000 emprendedoras en España; 37% tienen entre 45 y 65 años |
| Tipo de proyectos frecuentes | Artesanía terapéutica, turismo local, gastronomía, mentoría educativa |
| Desafíos principales | Brecha digital, acceso a financiación, estigmas de edad y género |
| Soporte necesario | Formación digital, fondos flexibles, visibilidad pública |
| Impacto cultural y social | Cohesión generacional, dinamismo económico, ruptura de estereotipos |
| Fuente confiable |
El informe GEM sobre emprendimiento femenino indica que el 37% de las más de 650.000 mujeres emprendedoras en España tienen entre 45 y 65 años. Esta información es especialmente relevante, ya que demuestra que, cuando se utiliza de forma inteligente y estratégica, la edad puede ser una ventaja competitiva en lugar de un obstáculo. Estas mujeres aprovechan al máximo sus redes personales, su experiencia y una aguda percepción de las necesidades no satisfechas.
El envejecimiento de la población y el cambio en las estructuras laborales convencionales son dos factores importantes que contribuyen a esta situación. Surgen nuevas formas de participar en la economía y la sociedad a medida que la jubilación se redefine como una etapa activa en lugar de un destino. Tras criar a sus familias, contribuir al desarrollo de sus comunidades y superar numerosas crisis, muchas de estas mujeres ahora pueden centrarse en sus propios proyectos. A pesar de contar con mayores recursos internos que nunca, se encuentran en una segunda juventud.
En comunidades autónomas como Andalucía, Castilla y León y Galicia, se han desarrollado redes colaborativas de mujeres mayores, creando espacios productivos compartidos que abarcan desde iniciativas turísticas intergeneracionales hasta centros de costura comunitarios. Además de impulsar la economía local, estas redes son especialmente beneficiosas para la salud mental de sus integrantes, ya que minimizan el deterioro cognitivo, reducen la soledad y fomentan el sentido de comunidad.
Resulta especialmente innovador que algunas de estas emprendedoras se dediquen a campos tecnológicamente avanzados. Las iniciativas de alfabetización digital han demostrado una notable eficacia para fomentar la inclusión, a pesar de la persistente brecha digital. Incluso quienes carecen de conocimientos informáticos previos pueden gestionar redes sociales, tiendas online o participar en plataformas de financiación colectiva gracias a la adaptación de los formatos de aprendizaje, el uso de ejemplos prácticos y plataformas intuitivas.
Las finanzas son otro componente importante. Muchos bancos y otras entidades financieras aún se muestran reticentes a conceder préstamos a personas mayores, especialmente mujeres, ya que las consideran de «alto riesgo». Sin embargo, esta tendencia está empezando a cambiar gracias a algunas iniciativas públicas y privadas. Los resultados de la financiación inicial, los microcréditos y los espacios de coworking intergeneracionales son bastante efectivos. Un ejemplo destacado es Generación SAVIA, que ha creado espacios para que profesionales sénior reciban formación, mentoría y visibilidad. Cuenta con el apoyo de la Fundación Endesa y la Fundación máshumano.
Además, algunas figuras públicas han comenzado a visibilizar este fenómeno. Por ejemplo, la periodista Mercedes Milá ha elogiado abiertamente la capacidad de las mujeres mayores para reinventarse, y empresarias como Helena Revoredo, presidenta de Prosegur, encarnan ese liderazgo maduro que no teme innovar. Muchas personas se identifican con estos modelos a seguir y se ven reflejadas en ellos.
Junto con el éxito individual y financiero, esta tendencia tiene un profundo impacto social transformador. Además de impulsar la economía en sectores de bajo crecimiento, el emprendimiento femenino sénior cambia la percepción social sobre el género y el envejecimiento. Desmiente ideas erróneas arraigadas que vinculan la vejez con la dependencia o la obsolescencia y promueve una vejez activa, creativa y productiva. Este cambio de perspectiva es tan significativo como cualquier estadística de crecimiento económico.
Fomentar el emprendimiento femenino en la tercera edad es una estrategia de política pública particularmente acertada para abordar los problemas asociados al envejecimiento de la población. Sin embargo, los gobiernos nacionales y municipales deben adoptar una postura más inclusiva. Es necesario crear programas de asistencia especializados que consideren la experiencia como un activo estratégico, y no solo como un bien.